Reportaje por ArlettE VALENCIA
¿Dónde están los cuerpos gordos?
El cuerpo gordo ha sido secuestrado por un sistema capitalista en complicidad de la industria de la moda. Les ha robado el derecho básico de vestir, explorar su personalidad y ¿por qué no? la posibilidad de convertirse en un icono de la moda como cualquier otra persona podría hacerlo. Los ha invisibilizado,
El ser humano fue definido como un ser biopsicosocial por el médico psiquiatra norteamericano Gorge Libman Engel en 1977. Dentro de esta definición se explica cómo el ser humano hace válida su existencia a través de ser visto por el otro. La mirada del otro es importante desde el nacimiento hasta la muerte; sin embargo, hay etapas de nuestra vida en la que somos más vulnerables porque cuando una sociedad no nos mira o nos hace parte de ella, entramos en un conflicto existencial.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), contempla la adolescencia como una etapa crucial y vulnerable, la cual transcurre entre los 10 y 19 años. En este lapso, se desarrolla la identidad, la autoestima y sobre todo se experimenta el sentimiento de pertenencia. Una de las formas de explorar esta última, es conociendo nuestra personalidad a través de la moda, afirmó el artículo La moda y la interpretación personal: pasos hacia la autoexpresión publicado en el blog illa.es:
“La ropa y los accesorios pueden transmitir un mensaje sobre quiénes somos y cómo nos sentimos”
Sin embargo, dentro del derecho básico de vestir y habitar por medio de la ropa, algunos cuerpos comienzan a ser señalados y estigmatizados. Durante la adolescencia, el cuerpo no solo está sujeto a cambios internos (psicológicos), sino que también sufre de cambios físicos; el cuerpo comienza a desarrollarse y crecer, pero se convierte en un lienzo de opiniones y mensajes externos, sobre cómo debería ser.
Vivimos bajo un sistema capitalista que por sí solo es violento, como explica Marx en su libro El Capital: consiste en acumular el poder en manos de unos pocos a costa de la desgracia de otros. En el artículo La Economía de la Moda, Una Mirada a su Importancia en el Capitalismo se explica cómo la industria de la moda ha sido fundamental históricamente, no solo como forma de expresión, sino como clave en la economía. No obstante, en la actualidad se ha posicionado como un brazo operante para este sistema debido a su consumo masivo.
Por medio de sus conocimientos y resistencia, la activista Samantha Sanlu, complementa lo que implica la industria de la moda en el capitalismo. Sanlu, realiza activismo desde una colectiva de nombre “Gordas Expansivas”, la cual se dedica a la sensibilización y enseñanza sobre la gordofobia y violencia estética, además de otorgar visibilización a las personas gordas.
link del vídeo original: ♡
Entendemos por “industria de la moda” la creación de prendas de vestir que siguen o generan tendencias estéticas y que consta de diversos profesionales creativos, como diseñadores, modelos, fabricantes, maquilladores y estilistas. Samantha denuncia el cómo se han privilegiado a los cuerpos delgados, cayendo en lo injusto con el resto:
“[La industria de la moda] sigue fomentando estereotipos que simbolizan lo hegemónico. Cuando se dan este tipo de discursos, mucha diversidad queda fuera, entre estas las personas gordas”
En el trabajo de investigación Biopolítica de los Cuerpos Gordos: Estigma, Régimen de Bienestar y Negación como Sujeto Ético por Diana Marcela Guerrero Velez, antropóloga colombiana quien realizó esta investigación como requisito para su magistrado en Bioética; brinda una explicación libre de sesgos sobre los retos que viven los seres humanos que habitan un cuerpo gordo al patologizarle:
“se les despoja de cualidades morales en tanto salud y voluntad como valor moral, lo que conlleva a exacerbar los sesgos y la falta de empatía en los entornos sociales”.
De este modo en la investigación “La gordofobia en la Industria de la Moda” de Ana Maria Vellan Mercha, quien realizó una investigación universitaria para obtener su máster en Comunicación Social por parte de la Facultad Universitaria Complutense en Madrid; define a la gordofobia de la siguiente manera: “miedo patológico hacia la gordura usualmente manifestado como una actitud negativa y estereotipos de las personas gordas”.
El hecho de que este discurso haya sido aceptado y validado por el gremio médico, legitima a los cuerpos gordos como merecedores de rechazo; sin embargo, existen activistas que luchan en contra del posicionamiento de una verdad que se considera absoluta, ya que este término está sesgado por su base en la hegemonía. La activista Miriam García (en redes como @lagordafeminista) proporcionó información sobre la decisión por parte de la OMS al patologizar el cuerpo gordo, lo que devela una conveniente relación con el capitalismo.
En 1998, la OMS definió la “obesidad” como una enfermedad epidémica que supone un importante problema de salud pública, no obstante, Miriam señala que dentro de esta decisión estuvo involucrada la industria de la belleza, la cual opera de la mano de la industria de las dietas. La activista plantea a su comunidad la pregunta:
¿qué hacía la industria de belleza opinando sobre un tema que le compete únicamente a la salud?
Aquí es cuando el capitalismo se posiciona, ya que la única forma de darle validez al discurso de que un cuerpo gordo está enfermo y catalogarlo como “obesidad” es por medio del gremio médico, pues a partir de las campañas contra esta epidemia comenzaron a haber resultados catastróficos en la salud mental y física de la población en general. Lo que evidencia que los únicos beneficiados son los mercaderes de la industria de las dietas y belleza.
El artículo “El problema es tu peso”: La Gordofobia y su Impacto en el Derecho en la Salud a las Personas Gordas escrito por Stephanie Cortez —miembro de la Comisión Diálogos Humanos del Equipo de Derechos Humanos— ahonda más en la discriminación que sufren los curpos no normativos en nombre de la salud, presentando la valiosa perspectiva de la autora Magdalena Piñeyro quien realizó la Guía Básica sobre la Gordofobia, Un Paso Más Hacia una Vida Libre de Violencia, además de ser cofundadora de STOP Gordofobia:
Según Piñeyro, “la gordofobia es una discriminación estructural y sistemática que se encuentra en todas partes y se reproduce de forma automática, normalizada y sin ser cuestionada”. De esta forma, la gordofobia se manifiesta en todos los ámbitos de la vida de las personas gordas y representa un obstáculo en el libre desenvolvimiento de ellas en la sociedad, al posicionarnos en una situación de vulnerabilidad. Aquellos que ejercen este tipo de discriminación se excusan en la preocupación por la salud de las personas gordas. Sin embargo, la supuesta preocupación es una de las mayores hipocresías, puesto que los comentarios apuntando al cuerpo o al peso de estas personas se emiten con violencia la mayoría de las veces, usando insultos o señalando esa característica en particular para burlarse o humillar a las personas gordas.
extracto del artículo de cortez
La industria de la moda se convierte en un verdugo más del sistema por la nula representación de los cuerpos gordos, ya que esta industria no los señala directamente como lo haría el gremio médico, sino que los invisibiliza. El testimonio de una adolescente de 12 años con corporalidad gorda, confiesa la experiencia traumante de ir a comprar ropa, pues un cuerpo normativo no tiene que preocuparse de encontrar algo que le guste o le quede a diferencia de un cuerpo gordo, pues las tiendas de ropa, en la mayoría solo incluyen hasta la XL, sin mencionar lo reducidas que vienen las tallas.
Dentro de la encuesta que se realizó a 100 adolescentes vía Instagram y donde se recolectaron testimonios en un Formulario de Google; se indagó sobre la experiencia con la industria de la moda y su impacto durante la adolescencia. Deducimos que las personas con cuerpos no hegemónicos han tenido problemas mentales como desarrollar un Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA), ya que la poca representación —tal como lo señalan los encuestados— y la presión por cumplir ciertos estereotipos de belleza donde cuerpos gordos no caben, guío a más del 50% de las personas encuestadas a comenzar una dieta a partir de su experiencia con la ropa.
La activista Samantha hace un llamado importante a las personas que se encuentran criando infancias y adolescentes, pues el acercamiento a estas industrias sin una guía consciente y adecuada puede hacerlos caer en pozos donde la salud mental y física sea precaria y no en un futuro inmediato, sino se expondrá en la adultez con adultos frustrados, infelices o depresivos.
Las dietas son solo una cara de la moneda, pues la industria también vende cirugías estéticas; procedimientos más rápidos que prometen la aceptación y la felicidad. Esto es una de las múltiples consecuencias de vivir bajo discursos violentos que promueven el deseo de ser delgada a toda costa, incluso cuando esto no va de la mano de la salud, pues el riesgo de perder la vida es alto.
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Abordando la representación de la mano de la activista Samantha, se analizó en retrospectiva la falta de cuerpos gordos en la televisión, en las modelos, en las pasarelas y revistas; mujeres gordas bien vestidas y se habla de mujeres porque son las que más expuestas están a la violencia estética.
Sin embargo, dentro de su lucha, Samantha señala algo muy importante: “Hay de representación a representaciones, existen representaciones que producen violencias sistémicas como la moda en los 2000 que era la moda skinny, todas las modelos y estrellas eran extremadamente delgadas, el problema es cuando se vuelve la talla objetivo de toda la población” pues los mensajes externos convencen específicamente a nuestras adolescentes de que esto es lo ideal.
¿Por qué un tipo de cuerpo debería de ser tendencia si se supone que las tendencias se crean con la ropa?
Existen varias revistas que se han unido a visibilizar este problema, tal como ELLE en su artículo Las Tallas No Valen para Nada, El Yugo del Tallaje, publicado en el 2016. En este se evidencia cómo la industria de la moda contribuye a la insatisfacción corporal, pues juega con tu mente, diciéndote que eres una talla y a la próxima compra eres otra. Entonces por los ideales estéticos crees que la que debe cambiar sus acciones para entrar eres tú, cuando realmente lo que cambió fue solo el número en una etiqueta.
Algo característico de los sistemas opresores es poner la problemática en el individuo, hacerle creer que él es el problema y el que tiene que adaptarse.
Deena Shoemaker, una chica de Kansas que trabaja como voluntaria con jóvenes con problemas en la organización Youth Horizons, publicó la semana pasada un post en Facebook que lleva millones de personas alcanzadas, en el que asegura que las tallas no sirven para nada. Se hizo una foto en la que demostraba que daba igual el tallaje y que animaba a las chicas más jóvenes a no dejarse etiquetar por un número.
“No, no vendo mis pantalones, lo que pasa es que tengo un problema. He trabajado como asesora de chicas adolescentes y pre-adolescentes en varios lugares durante los últimos 6 años. He escuchado a un sinfín de ellas hablar de las nuevas dietas que siguen y de las nuevas tendencias en lo que se refiere a la pérdida de peso. He tenido a niñas llorando en mis brazos mientras me preguntaban: “Si fuera más delgada no me habría dejado ¿verdad?” He tratado con chicas que habían empezado a saltarse comidas. He sorprendido a más de una vomitando todo lo que acababa de comer”.
TEXTO extraído del artículo web
Aunque actualmente existen revistas o medios que le están dando espacio a hablar sobre la violencia estética y se unieron en un discurso de aceptación corporal, cabe destacar que no es la misma lucha que la gordofobia, pues la sociedad aún se encuentra en resistencia por aceptar que la gordofobia es real. Dentro de la encuesta que se realizó un testimonio anónimo expresó “muchos creen que por ser delgadas no nos acomplejamos, pero también tenemos inseguridades por no cumplir con ciertos estereotipos”.
Esther Pineda, escritora y feminista venezolana autora de numerosos ensayos, entre ellos el más famoso “Bellas para Morir”; acuño el término violencia estética, en donde se habla que las mujeres están sujetas a estándares de belleza inalcanzables, donde alrededor de ellas hay una sobre exigencia para cumplir este rol construido de la mujer y por supuesto, para la industria de las dietas.
Mientras tanto la gordofobia, es estructural —pues se da en distintos niveles— tal como lo explica Magda Piñeyro: se da a nivel institucional, social, interpersonal e interiorizada. Samantha Sanlu plantea que la gordofobia es el sistema que violenta cuerpos gordos, pero la violencia estética logra trastocar a los cuerpos privilegiados porque es uno de los secuaces indispensables para tener un público más amplio, que consuma la industria de las dietas y de la belleza para caber en espacios como la moda. La violencia estética recuerda que, de no ser delgada, serás tratada como la sociedad trata a una persona gorda.
El impacto de la gordofobia en la vida cotidiana de las personas por la industria de la moda está mandando mensajes aterradores a nuestras adolescentes; el sistema hace tallas reducidas,
lo que le dice a las personas de corporalidad gorda es que no caben, pues no están abiertos a crear ropa más grande pese a que si existe un mercado que lo consumiría.
Cabe destacar que una cosa es hablar de las tallas y otra, la expresión de la moda; claro que las personas gordas visten, pero se les limita a un tipo de diseño, siempre son colores oscuros y cortes rectos, privándoles de creatividad, diseños donde muestren su piel con naturalidad. A pesar de que se hable en la industria de aceptación corporal a las personas gordas, se les sigue dando ropa que responde a “estrategias” y colores (en su mayoría oscuros) para reducirlas: reglas basadas en el eurocentrismo, la blanquitud y la hegemonía.
La revista Vogue UK publicó un análisis escrito por Stephanie Yeboah en el año 2020, donde se responde a la interrogante: ¿por qué el movimiento antigordofobia aún tiene tanto camino que recorrer? Pese a que la sociedad ha aplaudido a la industria de la moda después de que con el movimiento body positive empezaran a incluir lo que llaman modelos plus size o curvy, la realidad más a fondo es otra:
En estos últimos años, el movimiento se ha mercantilizado. La aceptación de todos los cuerpos parece ahora una mera etiqueta monetizada y politizada por marcas y personajes públicos de maneras que, a menudo, hacen que las personas de más de cierta talla o de cierta etnia se vean excluidas del debate —cuando fueron ellas las que lo empezaron todo. Aunque este movimiento ha hecho maravillas por cuerpos que a menudo se quedaban al margen y les ha dado oportunidades a cuerpos con menos privilegios, también —y de manera peligrosa— ha forjado sus propios estándares de belleza a los que los cuerpos no privilegiados no pueden acceder. Hemos pasado de ver que todo era amor y aplausos ante las tallas grandes a que ahora todo se centre en cuerpos con una gordura “aceptable”, siluetas con forma de reloj de arena muy marcada, normalmente blancas o de piel clara, cinturas estrechas, mucha cadera y pómulo marcado.
Extracto del texto de Stephanie
Samantha hoy en día lucha de la mano de su comunidad gorda porque se está dando por hecho que el capitalismo ha aceptado a los cuerpos gordos, cuando solo se adaptó a un discurso por no perder económicamente, pues cuando vas a las tiendas no hay tallas extra de las prendas, pese a que en la publicidad viste un cuerpo más allá de la XXL.
Ana Paula Molina, psicóloga especialista en adaptación corporal y también activista en redes sociales, creó el término “engaño gordo”, con él se encarga de realizar una sección en sus redes sociales en donde evidencia las tiendas que han caído en el “engaño gordo”, es decir se llaman inclusivas corporalmente pero no aceptan consumidores gordos.
Aquí es cuando Samantha exige que la representación sea un reflejo de la realidad, más que un reflejo de pertenecer a una élite y a sus cánones.
“Es importante representar la diversidad corporal porque es la representación de una realidad que vivimos, independientemente de lo que podamos aspirar o de los estándares que ponga la sociedad. Nos guste o no, el mundo es diverso, nos guste o no, las corporalidades son diversas.”
Y entonces… ¿Dónde está el resto de los cuerpos gordos?
Agradecimientos de la autora:
“Este reportaje se inspiró en la diversidad corporal que me rodea, en especial en una pequeña, camino a la adolescencia. Personas que amo y que tienen días difíciles por discursos violentos que reproducimos sin cuestionar. Agradezco a cualquier activista que visibiliza esta lucha e informan a una comunidad que se encontraba perdida y se ha redescubierto y deconstruido de la mano de valiosas voces. El reportaje es un género periodístico que me ha permitido brindar este espacio para ceder el micrófono a quienes es necesario escuchar, personas como (@lagordaincomoda) Samantha Sanlu dispuestas a compartir su conocimiento y experiencia, dispuesta a apoyar y colaborar en trabajos que se unan a su resistencia a la blanquitud, el anticapacitismo y eurocentrismo, ya que para ella no existe un activismo que no incluya a las minorías. Agradecemos tu hartazgo y enojo; además de tu vulnerabilidad para informar y aportar a la sociedad.”
Todas las fuentes de consulta se encuentran con links en el párrafo donde se mencionan. El reportaje con el diseño original de la autora se encuentra en este link: ♡